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Hogares de luz: una inspiración para espacios regionales

14/10/2020
Institucional
Publicación del Instituto trae reflexiones para las Provincias de Latinoamérica

​En septiembre, el Superior-General del Instituto Marista, Hermano Ernesto Sánchez, envió a los maristas de todo el mundo su primera circular, nombrada Hogares de Luz: cuidamos de la vida y generamos nueva vida. En el año en que la pandemia potencializó diversas fragilidades y desigualdades sociales, el principal liderazgo marista motiva la reflexión acerca de cómo mantener vivo el compromiso de valorar la vida en su integridad, pensando en los aspectos: espiritual, social, ambiental y en las perspectivas del futuro. Inspirándose en esas palabras, es posible invitar a los diferentes contextos regionales para reflexionar cómo cada uno, en su espacio de misión, en su cultura y en su idioma es capaz de ser y promover hogares de luz que cuidan de la vida.

“Estamos llamados a cuidar de la vida y generar nueva vida en momentos de gran fragilidad y vulnerabilidad del mundo. Avanzaremos, juntos, con una mirada de gratuidad y solidaridad delante de quien se encuentra más necesitado y donde la dimensión relacional, social, comunitaria, será más importante que nunca", explica el Hermano. El documento se basa en tres puntos principales: la vivencia de la espiritualidad inspirada en María y en San Marcelino Champagnat; el cuidado con la vida individual, comunitaria, ecológica; y las percepciones de cómo generar vida nueva a partir de la mirada para el futuro y del trabajo realizado con las juventudes.

Cuidar de nosotros mismos, para cuidar mejor de los otros: una inspiración que conecta a toda la Región​

La mirada humana, sensible y atenta para el prójimo, solo es posible si primero estamos en paz con nuestro propio ser. Así también es posible observar los espacios regionales. Necesitamos fortalecer nuestro cuidado local y reverberar esa mirada atenta para las demás Provincias hermanas. En sus reflexiones, el Hno. Sánchez afirma cuánto nuestro cuidado personal es una contribución rica para diferentes ámbitos de la comunidad: “Cuidar de la vida es cuidar de la luz de la casa. Se trata del cuidado personal, del cuidado de las personas con quien nosotros vivimos, de la comunidad, de la familia, del cuidado de quien acogemos, del cuidado de la tierra que es nuestra casa común y, en último análisis, del cuidado de Dios", evalúa.

El Superior General también refuerza que este es un momento propicio para hacer un discernimiento acerca de la manera en que estructuramos nuestra vida comunitaria y sus ritmos cotidianos: “un esquema de actividades y de vida sobrecargado nos lleva al descuido de nosotros y, también, de los que están a nuestro lado. Ocurre en muchas familias, cuyos padres tienen que llevar un ritmo arduo de trabajo, dejando poco espacio para dedicar tiempo de calidad a los hijos", afirma.

Segundo él, es necesario (re)evaluar si nuestra forma de convivencia comunitaria está brindando espacios de cuidado y escucha atenta: “necesitamos pensar si las formas de orar, de dialogar, de relacionarse y convivir, son aquellas que mejor generan el sentido de pertenencia, hacen a todos sentirse “en casa" y permiten formar un hogar de luz", evalúa Hno. Ernesto Sánchez.

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Descargue la circular completa aquí y conozca más detalles sobre estas y otras reflexiones.